Migrar de Camerún a Guinea Ecuatorial como minoría sexual | Día de la Visibilidad Trans
Alexandra tiene 30 años, es una mujer trans Camerunesa que vive en España. En esta entrevista nos comparte su recorrido como migrante y minoría de género, de Camerún a Guinea y de Guinea a España.
¿Háblanos un poco de tí y cómo llegaste a migrar desde tu país de origen a Guinea Ecuatorial?
Soy Alexandra mujer transgénero de 33 años, de nacionalidad camerunesa y estilista. Actualmente vivo en España.
Bueno respecto a la salida de Camerún a Guinea Ecuatorial, llegué a migrar por búsqueda de mejores condiciones de vida y libertad de derechos como minoría sexual.
Habiendo nacido en Camerún como persona LGTBIQA+, experimentando a diario las malas condiciones, tuve que abandonar los estudios a temprana edad. No podía seguir con tanta dificultad.
A los 20 años, tomé la decisión de venir a Guinea, aprovechando la ventaja de tener fronteras terrestres cercanas. Me pareció la opción más accesible para migrar, con la esperanza de que la vida para las personas LGTBIQA+ allí sería un poco mejor que en mi país de origen. Desgraciadamente, ambos países son expertos en los maltratos humanos a las minorías sexuales, algo que comprendí más tarde a través de la vida bajo los controles policiales.
En general, migrar a Guinea Ecuatorial–o Guinea Petrol, como comúnmente se llama en Camerún– fue a través de un contacto que me dieron algunos paisanos míos. Me motivaron diciéndome que este contacto me dará trabajo y papeles si decido venir, porque es una persona de Guinea con muchos cargos, y nada me pasaría.
¿Cuáles fueron las razones que te llevaron a migrar de Camerún a Guinea Ecuatorial?
Las razones para migrar a Guinea Ecuatorial fueron la búsqueda de mejores condiciones de vida como persona LGTBIQA+, ya que en Camerún es muy difícil y hasta condenable. Solo deja el deseo de morir. Desgraciadamente, ambos países tienen las mismas circunstancias de marginación a las personas LGTBIQA+.
Entre explotación y represión: el día a día de una minoría de sexual migrante en Guinea Ecuatorial
¿Cómo fue tu experiencia como miembra de la comunidad LGTBIQA+ en Guinea?
Antes de hablar sobre mi experiencia como miembra, primero intentaré explicar algunas cosas. Al llegar a Guinea, llamé el contacto que me dieron. Esta persona vino, cogió mis documentos diciéndome que los necesitaba para ir tramitando otros que debía tener para vivir en el país en la ciudad de Bata.
Me explicó las condiciones de todo, contaba incluyendo mi conducta. Empecé a trabajar en su peluquería, trabajé con él un buen tiempo hasta que escapé de sus manos y me fui a Malabo. Me fui por motivos de mal atendimiento [ndlr: maltrato], sin pagas ni descansos, cada rato me amenazában con llamar a la policía y denunciar mi falta de documentos.
Al llegar a Malabo conocí a una persona de la comunidad y me llevó al colectivo para poder vivir en la residencia. Por primera vez, me sentí en casa de nuevo.
Mi experiencia como miembra de la comunidad LGTBI en Guinea, en realidad ha sido diversa, pero me centraré en el cotidiano y en los logros positivos. Como miembra, aprendí de la vida de otras personas de la comunidad y entendí los problemas diarios que enfrentamos, como redadas policiales, expulsiones de los vecindarios, la lucha diaria por la subsistencia, las peleas, los atracos, los insultos en la calle, y las órdenes de encarcelamiento sin ninguna razón al delito cometido.
Entendí que de día nos escondemos y de noche salimos. Nuestras últimas casas de corrección son las gendarmerías, las comisarías o cárceles públicas; más tarde, las iglesias y los curanderos. Como mujer trans, en Malabo pude dar un paso hacia adelante sobre mi género de noche y de día un poco gracias al esfuerzo de aquellas que llegaron antes que yo. Pero de día es complicado salir a la calle y experimentar la vida como persona homosexual, por lo que preferimos andar en grupo y apoyarnos entre nosotras.
Salí de la residencia más tarde cuando me sentí segura de vivir sola y alquilé una vivienda en un barrio donde vive la mayor parte de la comunidad. Siempre buscamos vivir en zonas donde haya gente de la comunidad para alertar cualquier situación de violencia. En el colectivo, gracias a las actividades formativas aprendí muchas cosas como ciudadana homosexual.
No ha sido muy fácil. Hemos enfrentado mucha discriminación, agresiones, extorsión policíal, robos, falta de educacion, falta de salud, falta de trabajo y peleas. La experiencia que viví en Guinea me marcó. Ser migrante ya es difícil, pero ser migrante y homosexual lo es aún más. La homofobia, la discriminación, la falta de acceso a salud, educación y empleo hacen que la vida sea muy dura, tanto en Guinea como en Camerún. Para una mujer trans, la situación es aún más complicada. Nos ponen obstáculos en todas partes. Ser homosexual en Guinea o en Camerún es extremadamente difícil.
La travesía del abuso: Vulnerabilidad a la venta
¿Qué dificultades encontraste en el camino?
Uno de los obstáculos o dificultades que encontré… Mi primera pesadilla fue el idioma. Tenía la poca ventaja de entender la lengua materna del país, ya que en Camerún también se habla fang, aunque no igual que en Guinea Ecuatorial. No es muy ideal, pero se puede entender y mantener conversaciones. Suerte que vine en un coche de muchas mamás comerciantes, ellas me ayudaban de vez en cuando en las barreras. Algunas se identificaban conmigo en función familiar, porque sabían que yo solita no podría tener acceso.
Otras dificultades fueron el miedo que se siente con la policía de control. La forma que tratan a las personas es terrible, no les cuesta pegar a nadie, ni siquiera el conductor tiene voz. Te pueden pedir el documento y hasta quedárselos, diciéndote que te vayas así o te quedes sin seguir tu destino. Es horroroso pasar todas las barreras y sobrevivir. Algunos, cuando saben que eres minoría sexual, la furia les sube más, o a veces, vienen amables y te dejan su número para que los llames cuando llegues… un ligue panicoso.
¿Qué desafíos específicos enfrentaste como mujer transgénero de nacionalidad camerunesa en las fronteras?
Desafíos muchísimos, especialmente porque viajé aún masculinizada, desde la vestimenta hasta otros aspectos. Pero la pluma era imposible de ocultar, y eso hacía que los controles fueran más duros. Desde Ebibeyin hasta Bata hay más 20 barreras, y en cada una hay que pagar lo que el jefe pida. Dinero sobre todo, pero si no lo tienes, puedes ofrecer el cuerpo o cualquier otra cosa que ellos consideren valiosa. Los que sabían como soy detrás de la ropa preferían el cuerpo; otros exigían dinero con tarifas altísimas. En las barreras no se sabe quién es realmente el jefe ni siquiera hay algún espacio de atención a personas migrantes. El recorrido del camino a Guinea tiene su propia realidad: pasas de todo. Hay abusos sexuales, y cada control tiene un precio según el jefe que esté ahí. Pero si descubren que tienes pluma, la situación es peor. “Un maricón al bordo”, así me llamaban, y eso hizo que mi precio en los controles subiera, aunque aún me viera masculinizada.
Además de los abusos y la extorsión en los controles, enfrenté estafas, explotación e intimidación a lo largo del camino. En muchas situaciones, solo tenía tres opciones: ceder ante las amenazas, enfrentar violencia sexual o doméstica, terminar encarcelada si me negaba a cumplir sus exigencias. Para la mayoría de ellos, los papeles no importaban; lo único que les interesaba era sacar provecho de quienes estamos en situación de vulnerabilidad.
Renacer en otro país : su vida en España
¿Cuáles fueron las razones principales que te llevaron a dejar Guinea y migrar a España?
Me fui de Guinea a España, por motivos de salud. Tenía cáncer y gracias al esfuerzo del colectivo Somos parte del mundo, estoy en España y viva. Ser una mujer trans camerunesa en Guinea es complicado. Es dura la migración para las personas LGTBIQA+ africanas. Podemos decir que son personas indocumentadas de crecimiento ya que suelen sufrir de la confiscación de sus documentos por parte de sus familiares desde que ellos identifican signos de su inconformismo. Se te complica salir de un lugar a otro. Ni a tu cónsul le importas, nunca apareció antes de mi salida. En Guinea vivía bajo la responsabilidad de la comunidad y mi salud empeoraba constantemente. Hubo momentos en que ni siquiera sabía si llegaría al día siguiente. Mis paisanos [ndlr: compatriotas] nunca se acercaban a mi. En Guinea, si eres minorías sexual, tu nacionalidad no importa; lo mejor es tener contacto con el colectivo, porque de lo contrario estás altamente vulnerable.
¿Cómo ha sido tu experiencia al llegar a España?
Sinceramente, aquí estoy mucho mejor. Primero, protegida por las leyes como persona y minoría sexual, algo que en Guinea no existía. Mi única protección era el colectivo Somos parte del mundo. Desde luego mi vida ha avanzado significativamente, con una integración al nivel formativo. La tramitación de mis documentos ha sido muy positiva, mi proceso de recuperación y de desarrollo personal está avanzando rápidamente.
Gracias a todos los esfuerzos, ahora estoy trabajando y puedo recibir pagas como cualquier otra persona, con todos los derechos laborales. Algo impensable en Guinea, donde ser minoría sexual hace todo aún más difícil.
¿Has encontrado una comunidad LGTBIQA+ que te brinde apoyo en tu nuevo lugar de residencia?
Sí, encontré muchísimo apoyo. Aquí es otro mundo. Los espacios LGTIBQA+ son muy solidarios y brindan un entorno de trabajo ideal para atender a personas migrantes como yo. Desde que llegué, nunca me sentí sola. Fue duro empezar de nuevo, la reintegración a los estudios, informarse sobre las leyes del país y ser consciente de las alertas de transfobia.
Cuando una persona LGTBIQA+ llega en los países donde hay leyes de protección, todo te parece increíble y te cuesta asimilarlo, porque por fin te das cuenta de que vales tanto como cualquier otra persona. Sin embargo, lidiar con todos los traumas del pasado fue una gran pesadilla. Hasta que con el proceso de apoyo regresa tu parte positiva y aprendes a quererte más que antes.
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