La visibilidad, una espada de doble filo.


¿Dónde están las lesbianas? 

Cuando vas de camino al mercado ves una multitud de gente, pero nunca has visto a una lesbiana, eso te lleva a pensar que aquí no hay, que aquí no existen. Has oído hablar de ellas, pero no te lo explicas muy bien. No pensarías que fuera una realidad, aún menos en tu grupo de amigas. Y por lo tanto, te sorprendería saber que hay lesbianas. No es porque no las ves que no existen. No es porque no las ves que no las conoces. Quizá quieras saber entonces ¿por qué no las veis? ¿Dónde están las lesbianas?


“La visibilidad es una espada de doble filo.”

Visibilizar a las mujeres lesbianas es normalizar sus existencias en todos los espacios, de los más públicos a los más privados. Si pudieras ver a estas mujeres, las encontrarías en espacios de cariño como puede ser el seno familiar, en todos los espacios profesionales, posiblemente en tus propios espacios de ocio, … La amiga que admiras, la tía que nunca aparece, la abuela que habla poco, puede que haya amado o ama a una mujer. Sin embargo, ser visible también es exponerse a riesgos. La visibilidad es una espada de doble filo. Las mujeres que sabemos que son lesbianas enfrentan odio, agresión, marginación, y decisiones fuera de su control que tienen consecuencias devastadoras en sus vidas y más allá. Todo eso origina en prejuicios que las reducen porque no dicen nada de quienes son como personas, sino alimentan fantasías que amalgaman creencias fétidas en un chivo expiatorio Frankenstinizado. 

En el contexto africano la noción de disidencia sexual toma todo su sentido.  Es comprensible que las mujeres lesbianas sientan la necesidad de ocultarse considerando la discriminación que enfrentan las personas homosexuales en África. En 2018, se observó que África Central era la segunda región más intolerante hacia las personas LGBTQ como vecinos en África, justo después de África Austral. En el año 2020, aproximadamente el 83% de los países africanos no tenían leyes que protegieran contra la discriminación laboral basada en la orientación sexual. Además, alrededor del 93% de los países africanos carecían de medidas legales para abordar la violencia motivada por la orientación sexual. Estos hallazgos destacan la falta de protección y la prevalencia de la discriminación contra las personas LGBTQ en muchos países africanos.


Subyugar a las mujeres, el núcleo de la lesbofobia. 

La lesbofobia se define como las actitudes o manifestaciones de desprecio, rechazo u odio hacia las lesbianas o las personas percibidas como tales. Estas actitudes conllevan a la discriminación, que se entiende como toda distinción, exclusión, restricción basada en la orientación sexual que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en diversas esferas de la vida pública (política, económica, social, cultural). 

“La lesbofobia es un cóctel molotov de homofobia y de sexismo.”

Es fundamental comprender que la lesbofobia va más allá de la simple homofobia. En realidad la lesbofobia es un cóctel molotov de homofobia y de sexismo, ya que surge de una visión que considera a las mujeres como desiguales e inferiores a los hombres. Muchos reducen la lesbofobia a una oposición de principio a las mujeres lesbianas argumentando que está en contra de nuestra cultura y tradición. Sin embargo, esta perspectiva refleja más bien una ideología sexista que una genuina preocupación conservadora etno-tradicionalista. ¿Qué es lo que molesta tanto en la figura de la lesbiana?


Las mujeres lesbianas experimentan amor, gestionan su economía y forman sus propias familias, independientemente de los hombres. ¿Qué es lo que realmente se desaprueba? ¿Es acaso que una mujer ame a otra mujer? ¿O que una mujer ame a las mujeres en general? ¿O simplemente el acto de amar a las mujeres en sí mismo? Cabe preguntarse si, al final del día, el problema radica en el hecho de amar a las mujeres, especialmente en una sociedad que equipara el amor hacia los servicios que uno recibe del rol impuesto a la mujer con el acto de amar a la mujer misma.

“La violación curativa, como un fuego helado, es un oxímoron.”

Las mujeres lesbianas son víctimas de violación porque son mujeres. Este acto es una “llamada al orden”, una forma de exigir sumisión, un recordatorio para que regresen a su supuesto lugar de servidumbre. La violación curativa, como un fuego helado, es un oxímoron. La violación es una de las expresiones más violentas del intento de algunos hombres de apropiarse de las mujeres a través de su cuerpo y su sexualidad, elementos tan íntimos de la constitución de una persona. Por otro lado, las lesbianas son el claro recordatorio de que estos hombres no tienen derechos sobre los cuerpos y la sexualidad de las mujeres, ya que representan un ejemplo de afecto y sexualidad que no incluye a los hombres. Por eso, desean ponerle fin, no porque amar a las mujeres esté mal en sí mismo (ya que ellos pretenden amarlas), sino porque son mujeres. Todo acto de emancipación es un acto de disidencia cuando la servidumbre es la condición impuesta. Porque la lesbofobia es fruto del odio hacia la mujer, también es una cuestión de igualdad de género.



Eres el hogar de una lesbiana. 


Tu chófer podría ser lesbiana

Tu sastre podría ser lesbiana

Tu peluquera podría ser lesbiana

Tu fontanera podría ser lesbiana

Tu médico podría ser lesbiana

Tu profesora podría ser lesbiana

Tu mejor amiga podría ser lesbiana



¿Qué significa compartir casa con una lesbiana? La cantante trans ghanesa Ángel Maxine explica así su canción: “"Wo Fie" significa "tu hogar" y todo el mundo viene de un hogar, todo el mundo se identifica con un hogar, todo el mundo se identifica con una familia. Las personas LGBTQ+ proceden de hogares, las personas LGBTQ+ tienen familias, las personas LGBTQ+ también tienen seres queridos.” (GC) En fin, vienes del mismo hogar que una lesbiana. El hogar, en sí, no es meramente una casa; es tu barrio, tu pueblo, tu grupo de amigos, tus parientes, tu país. Decir esto no es un llamado a la caza de brujas, sino un llamado a la realización, quizás fatalista, de que, te guste o no, compartes un vínculo con ellas, una familiaridad, tal vez incluso sangre. 


Los derechos de las mujeres que son lesbianas no son un asunto ajeno. No es cierto que puedes opinar desde lejos. Compartes el hogar de una lesbiana; si ensucias su jaula, ensucias también la tuya. Estáis comiendo del mismo plato. La “corrección” que toleras hacia las lesbianas fomenta la opresión que despoja al cuerpo de su dignidad y destruye el alma a todas las mujeres, incluyendo la tuya. Cuando pienses en el hogar al que aspiras, no olvides que puedes ser el hogar de una lesbiana. De ti depende que ese hogar sea acogedor para que tus hermanas no se asfixien en el armario. Tal vez así sea más fácil verlas.







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